Este capítulo está también dedicado a nuestras construcciones y su encaje con las costumbres y usos de aquellos tiempos. Al mismo tiempo he aprovechado para destacar algunos anacronismos y usos que pueden sorprender a más de uno, reforzando a su vez el conocimiento de aquellos tiempos. Así, vemos:
Dos detalles de los que incluyo fotos:
En uno de ellos están unas palomas con sus huevos; muy imitable.
En el segundo vemos unos niños acariciando unos gatos, algo normal, pensaremos, pero era absolutamente anormal. Entre otros motivos, porque no había gatos en Palestina en aquellos tiempos. ¿Alguien ha oído hablar de gatos a Jesús o a los apóstoles? Como curiosidad: no existía la palabra gato en el Hebreo bíblico.
El autor del Belén puso un ratoncito al pié del pesebre, realmente al pie de la cuna rústica. No es por casualidad. Había ratas, muchas ratas. Aquí el autor fue delicado y puso un ratoncito que solo Paizga descubrió o al menos fue el único que declaró haberlo visto.
Era este un problema endémico en aquella Palestina, es decir, el problema de las ratas, ratones y otros roedores que lo infestaban todo y llevaban y traían enfermedades. El gato en cambio era un animal sagrado en Egipto, muy bien tratado y considerado para guardar sus graneros… ¿os suena a algo esto?
El gato fue introducido en Palestina muy tardíamente. O sea, que la escena es otro anacronismo, que casi no se nota.
Os invito a que busquéis la palabra gato o gatos en vuestra Biblia y así podréis comprobar que Geni tenía razón. Será más fácil si utilizáis un buscador como el que sigue:
http://200.32.90.101/Asp/Lectura.asp
Aunque ya sé que se me acusa de ortodoxia, lo siento, pero no había muchas cosas de las que ahora estamos acostumbrados. A fuer de parecer un pedante, por ejemplo, os tengo que decir que tampoco había demasiadas gallinas en aquellos tiempos, allí, (ahora que os he puesto unos huevecitos de paloma) y en cambio ponemos todos gallinas en vuestros Belenes.
Pero como ya la armé con el pavo, no quise atacar con las gallinas. Un secreto: en el Belén de la Parroquia puse unas gallinas, pero es que, con unos niños alrededor, quedaba tan mono...
Comían en efecto muy pocos huevos. Las aves de corral sólo fueron introducidas en Israel después del exilio a Babilonia, y parece que no estaban muy extendidas en tiempos de Jesús. Los huevos de gallina, que lo romanos sabían preparar de tantas maneras, no debían de aparecer sino en la mesa de la gente acomodada, es decir, ninguna de las que representamos en los Belenes, y era un signo de helenismo-romanización, no muy bien visto por aquella gente, como podéis comprender.